Abderramán III.
Este personaje q llegó a vivir 70 años, era hijo de un noble emir cordobés y de una cautiva navarra que se llamaba Musna, es decir era una vascona.
Para terminarlo de arreglar, su abuela paterna, Oneca o Iñiga era la hija de Fortún Garces q se había casado con el emir Abda Allah. Es decir, Abderraman de sangre árabe tenía un octavo. Por este parentesco, cabe citar que Toda Aznárez de Pamplona, reina de Pamplona por su matrimonio con Sancho Garcés I de Pamplona, nieta de Fortún Garcés, era su tía carnal, quien por cierto, en el 934 invocó sus lazos de parentesco para que el califa le concediera la paz y se alejara de su reino.
Como consecuencia, era pelirrojo (q es lo que uno menos esperaría de un árabe), tenia ojos azules, la piel extraordinariamente blanca y como esto le acomplejaba mucho, por su ascendencia Omeya, ya que aspecto de Omeya no tenía, utilizaba un trozo de corcho quemado, ahumado, q algunos cuando éramos niños lo utilizábamos para hacernos un bigote, y con eso se teñía el pelo, etc. etc., A esto, si sumamos el hecho de que aunque era una persona corpulenta, pero de piernas cortas, lo que en español llamamos “paticorto”, lo llevó a preferir recibir a la gente a caballo o sentado, para que no se viera q era más bien tirando a bajito.
Estos hechos le acomplejaron toda su vida.
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