1.- LA EDUCACION SEXUAL INFANTIL GENERA TRAUMAS IRREVERSIBLES . El desarrollo psicosexual del ser humano implica tener en cuenta la evolución biológica de su cuerpo y la maduración progresiva de su psique. Toda intervención que se realice en un niño debe considerar su edad cronológica, su nivel de maduración física y psicológica. Conociendo además la diferencia en el ritmo de crecimiento que cada uno tiene. Accionar sobre un ser humano en plena etapa de desarrollo sin considerar estas variables, o distorsionándolas bajo supuestos no científicos, va a derivar directamente en trauma.
Un trauma es todo aquello que una persona vive sin tener los recursos adecuados para procesarlo, sea por edad, nivel de madurez física y/o emocional y virulencia de la experiencia. De esta forma, queda traumatizado, es decir trabado en la experiencia, sin posibilidad de desprenderse de ella, derivando así en sintomatología física, psíquica o ambas. La profundidad de la huella traumática depende de cada persona y también de la gravedad de la situación, dejando en muchos casos, cuadros patológicos crónicos. 2.- La ESI choca contra el desarrollo psíquico natural . Los niños pequeños entran en contacto con su cuerpo de manera lúdica y exploratoria. Pueden tener experiencias de placer y bienestar, que no se corresponden con la experiencia de placer genital de los adultos. La sexualidad del niño es difusa, y el placer se experimenta como relajación y bienestar. Relacionar este tipo de conductas evolutivas, con la genitalidad, la masturbación o las relaciones sexuales, es un acto de perversión hacia ese niño. Estimular e hipersexualizar a los chicos desde la perspectiva que los adultos pueden tener del sexo, es volverlos “objeto” del propio placer, no sujetos de la experiencia. Esto constituye un abuso en toda regla. El niño no puede ser sujeto de aquello que no conoce, no puede procesar y no necesita.
3.- La ESI y su delgado límite con el Abuso o Corrupción de menores. Adelantar la información asociada a la pubertad es empujar a los chicos a problematizar su crecimiento. Meterles preguntas que no se hacen, mostrarles cosas que no pueden absorber, les genera miedos, ansiedad, preocupación por su desarrollo, angustia. Esto se puede volver una enfermedad mental si no encuentra espacio para crecer a su propio ritmo y preguntar cuando su mente se encuentre preparada para entender y aceptar.
El sexo hipertrofiado que en imágenes y objetos se usa con pre púberes de 10 años, constituye una “violación” de su integridad infantil. Es de-formar. Crear enfermedad y traumas.
Es peligroso confundir lo “natural” con lo “ideológico”. Lo natural es que los chicos vayan descubriendo su cuerpo, las funciones que tiene, el bienestar y el autocuidado, antes de salir al encuentro de experiencias compartidas relacionadas con la vida sexual activa que pueda tener un adolescente o un adulto. Acelerar los procesos, invadir con información falsa o manipulada, lleva a los chicos a estados de confusión, fobias, imposibilidad de construir una identidad segura y clara, o en casos más severos puede inducir despersonalizaciones, psicosis, depresión o suicidio.
Antes nos preocupaba profundamente el abuso infantil, justamente por tener consciencia de como estas experiencias rompen el proceso natural de crecimiento, quebrando su integridad, su energía vital y su alegría. El abuso infantil, la prostitución infantil, las violaciones se consideraban hasta hace unos años delitos, y éramos conscientes del daño psíquico que traían, en muchos casos, irreversibles. Hoy se viola su mente y se abusa de su corporalidad con imágenes, objetos, explicaciones perversas, obligándolos a escuchar, manipular, interactuar con sus pares con procedimientos totalmente fuera de ajuste con la edad, y la capacidad madurativa de los niños.
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